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  • Por su parte la tr

    2018-11-01

    Por su parte, la tríada gdw mostró muy poco conocimiento de la “Base Industrial de la Defensa” y de cómo el proceso de contratación del Pentágono se interconecta con esta base. Entonces, no es ninguna sorpresa que gdw hayan encontrado que las fluctuaciones en el gasto público militar no explican en absoluto las variaciones en la tasa de desempleo; tampoco encontraron evidencia alguna en su modelo econométrico de que el gasto público militar funcionara como un recurso contracíclico, o que se usara para compensar las tendencias al estancamiento (Griffen, Devine y Wallace 1982: S123). Pero, si el enfoque es sobre la relación entre la irrupción de una recesión y un movimiento contracíclico en los gastos militares, podemos afirmar que en los años del dominio de la coalición Keynesiana (1947-1970) en las recesiones de 1948-49, 1957-58 y 1950-61 las “Obligaciones Brutas Contraídas” aumentaron precisamente como una herramienta contracíclica, mismo que los Gastos en Defensa —aunque los aumentos de obc son más fuertes— en 1949, 1958, y 1961 (ver Cuadro I, columnas 1, 3 y 4). En 1953 y 1954, al contrario, fue el caso de dos años de caídas fuertes en secuencia que indujeron una recesión relativamente fuerte, cuando se apareció, por los datos de Gastos en Defensa (columna 2) que en 1953 era un aumento en los contratos del Pentágono (es decir, una política contracíclica). De hecho, en 1953 los nuevos contratos recibidos por el sector militar al fin de la Guerra en Corea se cayeron en 36.1% (es decir aproximadamente 3.2% de pib, sin tomar en cuenta los efectos multiplicadores que, mínimamente, llevarían el efecto negativo en total por encima de 6.4% del pib, explicando en gran medida la recesión de 1953—efecto no entendible usando la metodología de gdw y muchos otros). No obstante, en esta ocasión, con los cambios en el nivel de los contratos militares teniendo un efecto pro-cíclica durante los años fiscales de 1953 y 1954, cox 2 inhibitors partir de julio de 1954 —pocos meses después del punto mínimo en el ciclo de negocios en marzo—empezaron de crecer otra vez las obc dando así un estímulo para la economía. Aunque nos dijeron gdw que las fluctuaciones en el gasto público militar no explican en absoluto las variaciones en la tasa de desempleo, esto no fue cierto durante la Era Dorada. Otra vez podemos ver que los aumentos en las obc durante las recesiones (salvo lo extraordinario de 1953-1954) se coincidan con una disminución en la tasa del desempleo en el año siguiente del punto mínimo del ciclo de negocios (i.e. 1950, 1955, 1959, y 1962) según los datos en columnas 4 y 5. Estos resultados son consistentes con el hecho de que la tasa del desempleo se sigue aumentando rápidamente hasta los últimos momentos del ciclo económico (Sherman, 1991: 47-48). Pero, dejando gradualmente atrás los objetivos Keynesianos a partir de 1969 el equipo de Nixon y por lo tanto así abandonado ambos la meta de pleno empleo y las políticas fiscales macroeconómicas contracíclicas, no es cosa sorpresiva que los Gastos en Defensa y las obc fueron cortados en 1970 y que subió aún más la tasa del desempleo en 1971. En cuanto a los efectos sobre el empleo, hay que tomar en cuenta que fue una ola tras otra de nuevos artefactos militares-los llamados sistemas de armas—que indujeron nuevas demandas por maquinas-herramientas y facilidades de fábrica para producir los productos militares nuevos. Cada vez el efecto macro para reorientar la base industrial militar era de empujar hacia adelante la economía por los efectos aceleradores: los efectos por encima del proceso multiplicador derivados desde los cambios en la demanda agregada que requieren un aumento en la formación bruta de capital (Eckaus, 1953; Samuelson, 1939; Sherman, 1991: 138-156). Entonces, aunque fue momentos en donde los cambios anuales de las obc no fueron notables (como entre 1964 y 1965) es más que probable que el efecto sobre el empleo en 1965 fue mayor que lo de 1964 porque en aquel entonces el sector militar de Estados Unidos atravesaba una reorientación masiva en sus sistemas de armas para proseguir con la Guerra de Vietnam. La producción, en cuanto al valor de los contratos emitidos fue igual, pero la relación flujos-fondos era distinta: Quedó el flujo de órdenes militares a la par en dólares, mientras para producir armas nuevas los acervos de bienes de capital tuvieron que ser sensiblemente ampliados (i.e., el efecto acelerador). El proceso de cambiar la composición de las armas exigió no solamente la contracción de mecánicas matricera en la especialidad de técnicas de estampación y modelación con una nueva demanda laboral para la fabricación de metales y otros insumos muy especializadas sino, también, más profesionales trabajando en diseño e ingeniería respaldados con inversiones en IyD—un área intensivo en mano de obra altamente cualificado.