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  • Los desequilibrios externos al interior de la zona euro se

    2018-10-26

    Los desequilibrios externos al interior de la zona euro se explican por tres factores interrelacionados. Por una parte, la heterogeneidad de la estructura productiva de los países de la eurozona, que se acentuó con la adopción del euro como moneda comunitaria, provoca que haya importantes diferenciales de productividad y competitividad que determinan que algunos países exporten más que otros (Guillen, 2013). En términos de comercio exterior, hay una marcada diferencia entre países como Alemania, cuya economía se encuentra sustentada en un sector manufacturero robusto que exporta bienes innovadores con alto valor agregado, y países como España, cuyo crecimiento económico descansó en un sector no comercializable con escaso crecimiento de la productividad como el inmobiliario. Por otra parte, como una respuesta methysergide los problemas estructurales que siguie ron a su proceso de reunificación luego de la caída del muro de Berlín, Alemania implementó un modelo de crecimiento económico “mercantilista” basado en un acelerado incremento de la competitividad de su economía. Este incremento de la competitividad, cabe señalar, no fue alcanzado desarrollando las fuerzas productivas del trabajo, sino por medio de una “represión salarial” que restringió el crecimiento de los salarios reales de los trabajadores alemanes con relación al de sus pares europeos. Cuando diferentes países comparten una moneda, su competitividad diferencial depende enteramente de la evolución de sus precios internos, que se encuentran estrechamente relacionados con el nivel salarial prevaleciente en cada uno de ellos. De esta forma, si un país logra que sus salarios y precios crezcan más lentamente que los de sus competidores, obtendrá una depreciación de su tipo de cambio real e incrementará la competitividad de su economía. Como lo muestra la gráfica 1, el crecimiento de las compensaciones reales de los trabajadores alemanes se estancó en relación con el crecimiento de las compensaciones de los demás países de la zona euro, con lo que Alemania logró construir grandes superávit comerciales y reforzar su estatus de país acreedor al interior de la unión (; Bibow, 2013). Sin embargo, las restricciones impuestas a los montos de los déficit fiscales y sus mecanismos de financiamiento en el tratado de Maastricht (1992) y el “Pacto de Estabilidad y Crecimiento” (1997), la disminución del riesgo cambiario e inflacionario asociado con la creación del Banco Central Europeo (bce) y la adopción del euro como moneda comunitaria (1999), así como la certeza de que Alemania rescataría a parietal lobe los países que no pudieran honrar sus deudas, incrementaron la confianza de los mercados. Esta confianza derivó en una mayor integración financiera y, por ende, en flujos de capital que disminuyeron las “primas de riesgo” que estos países debían pagar por colocar su deuda en el mercado. Con la creación del euro los mercados comenzaron a valorar la deuda pública de los países de la periferia europea como si fuera igual de segura que la deuda pública alemana. gráfica 2 Como lo muestra la gráfica tres, por medio de estos mecanismos se fueron generando grandes desequilibrios externos entre los estados de Europa, que derivaron en un creciente endeudamiento del sector privado de los países del sur que durante años fue financiado por los bancos del norte del continente (Palley, 2013). Sin embargo, con el estallido de la crisis financiera internacional, estos desequilibrios macroeconómicos se volvieron insostenibles. gráfica 3 La crisis económica de las hipotecas subprime se propagó a los países europeos por medio de los canales comerciales y financieros. Para empezar, muchos bancos europeos invirtieron en los mismos activos tóxicos que dieron lugar a la crisis financiera, por lo que el estallido de la burbuja especulativa inmobiliaria deterioró automáticamente el estado de sus hojas de balance (Comisión Europea, 2014). Por otra parte, la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008 generó una gran incertidumbre en los mercados financieros internacionales, lo que paralizó el mercado de préstamos interbancarios. Además, los bancos españoles e irlandeses generaron endógenamente sus propias burbujas hipotecarias, que reventaron con la recesión económica provocada por la crisis de las hipotecas subprime. Por último, la disminución de las exportaciones y de los flujos de capital derivada de la crisis financiera internacional provocó una desaceleración de la actividad económica que tuvo por efecto una mayor cartera vencida de los bancos europeos. La crisis financiera de las hipotecas subprime se convirtió, de esta forma, en una crisis bancaria europea (Lapavistas et al, 2012); a partir de este punto comenzó a generarse el endeudamiento público que, ante las fallas estructurales de la ume, dio origen a la crisis de la deuda soberana de la zona euro.